Que no manche! que no haga polvo! que se pueda tocar!


Este era el reto que Terram nos encontramos cuando asesoramos en el proyecto de rehabilitación de una tapia existente en El Poal (Lleida). Y por si parece poco, también teníamos las exigencias que fuera transpirable, que regulara la humedad del interior de la vivienda y que hiciera “de aire acondicionado” en verano. Es decir, tal y como el muro existente lo había hecho hasta ahora.
El muro de tierra que se consolidó es la medianera de una vivienda a rehabilitar. El pueblo del Poal, dentro del Pla d’Urgell, donde la mayoría de sus muros son de tapia de tierra, muchos visibles a la fachada y muchos de ellos que separan las viviendas o medianeras, se construían con el recurso más abundante de la comarca, la tierra.
La arquitectura que se forma a partir del material que hay en los alrededores, se adapta y se arraiga al paisaje nuevo que surge. El color, la textura y el tacto muestran cómo es la tierra del lugar.
La necesidad de los clientes era incluir la tapia con toda su textura en el interior de la vivienda y que esta superficie se pudiera percibir en todo su recorrido vertical para ser visible a todas las estancias de la vivienda. El muro recorre la escalera, sigue por el salón y su doble espacio y continúa por el distribuidor de la planta de los dormitorios.

La consolidación de la tapia también fue ejecutada por Terram. El reto de mantener la textura actual de la tapia con las exigencias de una vivienda actual, que se pueda tocar sin que caigan las piedrecitas, nos llevo a escoger el silicato potásico para la consolidación de la tapia, puesto que no cambia la imagen del muro ni su textura. Junto con los clientes, los arquitectos, y la empresa del trasdosado, fuimos definiendo qué partes se veían y qué no. La idea era intervenir lo imprescindible.
En general, la tapia estaba en perfectas condiciones, no había presencia de grietas y no había desplomes. Sólo había fisuras verticales entre las tapieras (a rompe-juntas) y algún punto con falta de masa, alrededor de los agujeros de las agujas o en los empotramientos con antiguas vigas o tabiques. En las dos filas en contacto con el suelo, también había falta de material, por la presencia de humedad por capilaridad.
Para la consolidación, primero se rellenaron el agujeros con la misma tierra que la tapia, pero con un mortero de consistencia más plástica. También utilizamos BTC (Bloques de tierra comprimida) en el agujero más grande, donde la falta de material era de 10cm de profundidad des de la superficie de la tapia, que hacía 50 cm aproximadamente.
Un vez rellenados todos los agujeros, se hicieron las pruebas para delimitar cuántas pasadas de silicato por aspersión eran suficientes para las necesidades de los clientes. Se decidió hacer 10 pasadas. Las primeras 6 pasadas tenían un 15% de silicato y las 4 pasadas finales un 25% de silicato.
El muro finalmente fue consolidado y sigue cumpliendo sus funciones de siempre (transpirable, regulador de humedad e inercia térmica) y las nuevas: ni mancha, ni hace polvo y se puede tocar.
A continuación, os ponemos algunas fotografías de los arquitectos Jordi Capdevila y Alba Pijuan que nos enviaron un golpe finalizada la obra.